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Cuartel militar de Cabo Silleiro de Baiona

El Cuartel militar de Cabo Silleiro está situado entre la población de Baiona y de Oia, en el denominado Cabo Silleiro. Unas instalaciones militares que en su época sirvieron para poder vigilar la bocana de la Ría de Vigo y que sus inicios datan del siglo XX, justo después de la guerra civil de 1936, más concretamente en la década de los cuarenta.

Es un lugar mágico que se mantiene medio derruido por el paso del tiempo y de su desuso prolongado. Actualmente las intalaciones siguen recibiendo visitas de algún que otro curioso o aventurero, a pesar de la prohibición de acceso, desde que fue cerrado en 1998.

Fue construida tras la Guerra Civil y entró en servicio a principios de la década de los cuarenta como batería costera para proteger a España de un posible ataque por mar que nunca llegó a producirse. Años más tarde estas viejas instalaciones militares también funcionaron como un cuartel en el que los jóvenes de la zona eran enviados para hacer el servicio militar. El complejo militar se mantuvo intacto hasta principios de la década de los noventa con la ayuda de un pequeño retén que lo vigiló hasta el año 1998, fecha en la cual quedo completamente abandonado.

En el año 2013 el ministerio de defensa lo puso a la venta y así quedo, hasta el 2021, cuando el Concello de Baiona realizó una oferta en firme por él.

Este año el Concello de Baiona ha conseguido cerrar un acuerdo con el Ministerio de Defensa para hacerse con la emblemática batería militar J4 de Cabo Silleiro tras casi treinta años de negociaciones. Finalmente la compra se realizará por los 96.623 metros cuadrados por un importe total de 369.060 euros. El fin de esta compra es la reahabilitación del espacio para un fin turístico y de ocio aún por determinar.

Lo más destacado de este desconocido lugar son sus cuatro cañones Vickers de 152,4 mm jalonados en la ladera del monte, un faro construido en el año 1866, sus impresionantes vistas sobre el Atlántico y la posibilidad de ver de cerca lo que era una instalación militar de aquellos tiempos,… una experiencia de lo más excitante. 

La totalidad de los terrenos tienen unos 96.623 metros cuadrados de superficie y albergan bajo tierra 200 metros de galerías, en los que se tendieron raíles para que las vagonetas pudieran transportar la munición a las distintas piezas de artellería. El túnel está constituido por un eje principal y varias bifurcaciones que conectan con el búnker de telemetría, ubicado en la zona más alta, para poder divisar el horizonte. Hoy por hoy, en su interior, aún se pueden ver restos de las instalaciones eléctricas, puertas blindadas, escaleras métalicas y alguna que otra estantería.

La máxima protección de la batería era de 14 metros de grosor de hormigón armado y roca granítica, construida por ingenieros alemanes conjuntamente con españoles. Los cañones tenían un alcance máximo de 16 kilómetros y podían disparar los cuatro a la vez, ya que funcionaban con dos modos de disparo, manual por apuntador o automático.

En la entrada del cuartel nos toparemos con un gran arco de piedra que conservaba el escudo franquista hasta hace muy poco. Este monumento nos marca la entrada a la plaza donde se ubicaban parte de las instalaciones militares, como la cantina, los barracones y las dependencias oficiales. Todo ello derruído y repleto de escombros. Un muro adosado a la colina protegía estas instalaciones de las tempestades atlánticas. En este muro se abrían unos arcos que comunicaban con los pasadizos nombrados anteriormente.

Los secretos de la batería militar de Cabo Silleiro

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La historia de las baterías de Silleiro está ligada curiosamente a la de un barco llamado «España». El buque había sido botado en 1913 en los astilleros de Ferrol y paso a ser el orgullo de la Armada de la época. Además fue el acorazado más pequeño construido jamás en el mundo.

Durante la guerra del Rif, encallo en el cabo de Tres Horcas, junto a Melilla, y no pudo ser rescatado de las rocas. Finalmente, fue abandonado y sus restos quedaron hundidos en estas aguas. Pero antes de ellos rescataron las preciosas piezas de artillería con que iba dotado el buque. Esos son los primeros cañones que llegaron a la batería costera de cabo Silleiro, ya en el mismo año del hundimiento, en 1923.

Los dos cañones que habían surcado los siete mares acabaron enclados a un monte de Baiona sin que jamás tuvieran que disparar un solo obús. Años más tarde, a principios de los años cuarenta, se colocó un tercer cañón.

 

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